Los picós retornan a sus raíces

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Con la denominación de ‘Turbos’ les ganan terreno a los llamados ‘fraccionados’. Nueva tendencia en la llamada cultura musical picotera de Barranquilla



Movidos de pronto por la nostalgia de la época dorada de las verbenas, aquellos bailes de fin de semana que alegraban el corazón de las barriadas. O tal vez por las exigencias del momento sobre el impacto ambiental sonoro.

O por ambas razones; los picós de Barranquilla, que simbolizan en vastos sectores populares de la ciudad la llamada cultura musical picotera, han retornado a sus viejas raíces de bafles y columnas multicolores, para darles un nuevo tono y colorido a las fiestas de los barrios.

Las poderosas máquinas sonoras de la actualidad, torres gigantescas compuestas por un sofisticado sistema de parlantes fraccionados, que semejan más las amplificaciones orquestales, y que se apartan del concepto original del picó, tienden a desaparecer ante el entusiasmo inusitado con el que se están construyendo los llamados ‘Turbos’, que no son otra cosa que los picós de antaño, los ‘escaparates’, como también los llamaban, pero adaptados a la tecnología del momento con la producción de un sonido más puro, fino y tolerable.

Con el modelo ‘Turbo’ se regresa al bafle central, decorado con una pintura emblemática para cada aparato, y que constituye su sello particular de identidad, inviolable y respetado por los demás.

LAS ‘RÉPLICAS’ COMENZARON TODO

La llegada de los ‘Turbos’ al mercado picotero de Barranquilla estuvo precedido por la aparición de las llamadas ‘réplicas’, picós a escala, muy pequeños, pero adaptados a un equipo que los ponía a sonar, y que hace unos tres años comenzaron a hacer furor en Soledad.

“Eran copias de aparatos tradicionales como El Gran Pijuán, El Timbalero, El Rojo, El Coreano, El Gran Che, el Gran Torres, El Gran Fidel, entre otros, que hicieron historia en los 70 y 80”, recuerda también Luciano Barraza Salcedo.

“Fue una especie de excentricidad que inició en Soledad el señor Guillermo Miranda, con la primera réplica de El Solista, el picó más representativo del municipio. De ahí surgieron muchas más al punto que se organizaron bailes, encuentros, duelos y exhibiciones en estaderos, animados por el sonido de estas miniaturas”, señala Gonzalo Gutiérrez, soledeño coleccionista de música.